Danos fuerzas, Señor Jesús, para aceptar nuestra cruz pacientemente. Que comprendamos que sin ella no seremos discípulos tuyos. La cruz destinada a cada uno de nosotros está formada por renuncias, sacrificios, dolores, incomprensiones, carencias materiales y un sinfín de pequeñas y grandes cosas que se nos niegan o que se nos imponen. A veces cuesta aceptarlas. Nuestras debilidades pugnan por rechazarlas. Pero con tu ayuda es más fácil llevarlas. No nos dejes desamparados, que sin ti poco podemos hacer y el peso de estas cruces nos derribaría.
Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la