El Papa Francisco firma en Loreto la carta “Vive Cristo, esperanza nuestra”

El Papa Francisco firma en Loreto la carta “Vive Cristo, esperanza nuestra”

El Papa Francisco firma en Loreto la carta “Vive Cristo, esperanza nuestra”

 

El Papa Francisco ha visitado, este 25 de marzo, fiesta de la Anunciación de Nuestra Señora, el santuario mariano de Loreto, en la región italiana de Las Marcas. Allí celebró la santa misa ante la imagen de la Virgen y firmó la carta apostólica “Vive Cristo, esperanza nuestra”, sobre el Sínodo de los Jóvenes que se celebró en octubre de 2018. 

El primer artículo del texto papal dice: “Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la belleza más hermosa de nuestro mundo. Todo aquello que Él toca se rejuvenece, se hace joven, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero hacer llegar a cada joven cristiano son: ¡Él vive y te quiere vivo!”.

“Él está dentro de ti, está contigo y no se va. Incluso si tú te alejas, el Resucitado está ahí, esperándote para comenzar de nuevo. Cuando te sientes envejecido a causa de la tristeza, el rencor, el miedo, las dudas o las frustraciones…”, dice el artículo segundo de esta exhortación pontificia que se hará pública en su integridad en los próximos días.

La vocación en tres momentos

En su discurso al llegar al santuario de la Virgen Negra, el Papa, dijo que en la Anunciación aparece la dinámica de la vocación, que se muestra en los tres momentos que marcaron el sínodo de los jóvenes: el primero es la escucha: “La llamada a la fe y a un camino coherente de vida cristiana o de especial consagración es una discreta, pero fuerte irrupción de Dios en la vida de un joven, para ofrecerle su amor como don. Necesitamos estar preparados y dispuestos a escuchar y acoger la voz de Dios, que no se reconoce en el ruido y la agitación.”

El discernimiento es el segundo momento de toda vocación. El papa señaló: “Esta es la actitud propia del discípulo: toda colaboración humana en la iniciativa gratuita de Dios debe estar inspirada en la profundización de las propias capacidades y actitudes, unida a la conciencia de que es siempre Dios quien da, quien actúa; así también la pobreza y la pequeñez de aquellos a quienes el Señor llama a seguirlo en el camino del Evangelio se transforma en la riqueza de la manifestación del Señor y en la fuerza del Omnipotente”.

Sobre el tercer paso de toda vocación cristiana, Francisco manifestó que “Es el «sí» de la plena confianza y de la total disponibilidad a la voluntad de Dios. María es el modelo de toda vocación y la inspiradora de toda pastoral vocacional”.