Nos vendría bien reconocernos cómo somos en realidad. Sin falsas vestimentas. Y sin miedo. Para ser mejores personas, primero debemos abrirnos interiormente. No tengamos miedo a descubrir qué defectos tenemos. Casi seguro que encontraremos infinidad de hechos y dichos, incluso pensamientos, en los que prevalecen el orgullo, la vanidad, el soy mejor que los demás. Seamos valientes y demos el paso. Admitamos lo que somos. Y empecemos a cambiar para mejorar.
Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da