Arrepentirnos de haber tenido mal comportamiento con los demás y pedir perdón por ello a quienes hayamos causado daño es lo mejor que podemos hacer. Por supuesto que es mucho más útil que quedarnos quietos, lamentándonos interiormente o dándonos golpes de pecho o mortificándonos. Pedir perdón a quien se causa mal es lo correcto y lo que, en definitiva, ayuda a remediar el mal hecho.
Marcos 10, 2-16
En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?» Él les replicó: