Santo del día

San Efrén

San Efrén, diácono y doctor de la Iglesia, que primero ejerció en Nísibe, su patria, el ministerio de la predicación y la enseñanza de la doctrina, pero cuando los persas invadieron Nísibe se trasladó a Edesa, en Osrhoene, hoy en Turquía, donde, con los discípulos que le habían seguido, inició una escuela teológica, ejerciendo su ministerio con la palabra y los escritos. Célebre por su austeridad de vida y la riqueza de su doctrina, por los exquisitos himnos que compuso mereció ser llamado “cítara del Espíritu Santo” († 373).

Otros santos del día:

En la Vía Nomentana, en el lugar llamado «ad Arcas», a quince miliarios de la ciudad de Roma, santos Primo y Feliciano, mártires.

En Nicea, de Bitinia, hoy Iznit, en Turquía, san Diomedes, mártir.

En Vernemet, de la región de Agen, en Aquitania, hoy en Francia, san Vicente, mártir, que, según cuenta la tradición, mientras el pueblo celebraba una fiesta en honor del sol, él consumó su martirio en nombre de Cristo († hacia los comienzos del s. IV).

En Siracusa, de Sicilia, región de Italia, san Maximiano, obispo, al que menciona a menudo el papa san Gregorio I Magno († 594).

En la isla de Iona, en Escocia, san Columba o Colum Cille, presbítero y abad, el cual, nacido en Hibernia, hoy Irlanda, e instruido en los preceptos monásticos, fundó, allí y en otros lugares, monasterios célebres por la observancia y por el cultivo de las letras, y ya anciano, esperando el supremo día, murió cuando estaba al pie del altar († 597).

En Andria, de la Apulia, región de Italia, san Ricardo, obispo, el cual, inglés de nacimiento y célebre por sus méritos, recibió con devoción las reliquias de los santos Erasmo y Ponciano († finales del S. XII).

En Londres, en Inglaterra, beato Roberto Salt, mártir, monje de la Cartuja de esa ciudad, que en tiempo de Enrique VIII, por razón de su fidelidad a Iglesia, murió de hambre en la cárcel de Newgate († 1537).

En Reritiba, en Brasil, san José Anchieta, presbítero de la Compañía de Jesús, que, nacido en las Islas Canarias, pasó casi toda su vida en las misiones de Brasil, trabajando denodadamente y con empeño († 1597).

En el brazo de mar frente al puerto de Rochefort, en Francia, beato José Imbert, presbítero y mártir, de la Compañía de Jesús, a quien, durante los difíciles tiempos de la Revolución Francesa, el papa Pío VI nombró vicario apostólico de Moulins, pero por odio a la Iglesia fue encarcelado en una nave prisión, muriendo a consecuencia de la enfermedad que allí contrajo († 1794).

En Roma, beata Ana María Taigi, madre de familia, que, víctima de la violencia de su marido, cuidó de él y de sus siete hijos, educándolos convenientemente, y además estuvo siempre atenta a las necesidades espirituales y materiales de los pobres y de los enfermos († 1837).

En Turín, en Italia, beato Luis Boccardo, presbítero, fundador del Instituto de las Hijas de Jesús Rey († 1936).

(Del Martirologio Romano)

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Evangelio del día

Juan 18, 1-19, 42

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