Sin miramos dentro de nosotros mismos, ¿qué vemos? Nuestra vida discurre anodinamente, con pocas ilusiones en el horizonte y más preocupados por cosas banales que por lo esencial. ¿Hemos dejado atrás la ilusión de ser consecuentes con la fe que recibimos? Los que nos rodean, están pendientes de nosotros, de que seamos luz que les ayude en sus tinieblas. Como creyentes debemos ponernos las pilas y ayudarles. Con nuestra vida de fe sustentada en el amor, porque ambas cosas están unidas. Así seremos útiles a los demás.

Lucas 10, 21-24
En aquella hora Jesús se lleno de alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,