Gracias, Señor, por este nuevo día que nos regalas. Gracias por seguir amándonos, pese a que no somos merecedores de ello. Gracias porque no nos abandonas, aunque nosotros te traicionemos, te engañemos y te neguemos con nuestros comportamientos. Gracias por haber sacrificado tu vida por nosotros. Gracias por tu inmensa bondad. Gracias por habernos llamado a ser seguidores tuyos, aunque seamos indignos de ello. Gracias por cada segundo de vida que nos das para que podamos corregir el rumbo de nuestras vidas.

Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado