Nunca debemos cansarnos de pedir perdón a Dios por nuestros fallos. Porque siempre lo obtendremos. Su misericordia es infinita y, como Padre nuestro que es, está dispuesto a concedernos la gracia de seguir siendo hijos suyos. Aunque le traicionemos miles de veces, Él siempre espera que reconozcamos nuestras faltas para restituirnos a su amor. ¿Hay algo más maravilloso que la misericordia de nuestro Padre Dios?
Juan 12, 44-50
En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que