Nos gusta que reconozcan lo que hacemos bien, que nos den las gracias si hemos ayudado en algo o a alguien. Pero no es lo correcto esperar que se nos tengan en cuenta estas acciones buenas. Lo que sí merece la pena es que tengamos siempre presentes los favores que los demás nos hacen, sean éstos grandes o pequeños. Es decir, que sepamos agradecerlo con palabras, una sonrisa o cualquier otro medio. Nunca dejemos de dar las gracias.
Lucas 17, 7-10
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando; le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y