A veces tenemos la valentía de reconocer que algo que hemos hecho, o dejado de hacer, no ha sido correcto. Pero no basta con reconocerlo, aunque sea un primer paso positivo. Es preciso que prometamos corregir lo que hemos hecho mal. Porque llorar la culpa conlleva la promesa de que nos esforzaremos al máximo para no volver a repetir el error.

Mateo 17, 22-27
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo