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No glorificáis como Dios a mi Señor los que no proclamáis bienaventurada a la que el Espíritu Santo ha mandado llamar así por todas las naciones – San Ildefonso de Toledo

Ella, María, es bienaventurada. Porque así lo dispuso Dios, que la eligió para ser la madre de Jesús. Y no podía relegarla a un segundo plano si era quien iba a llevarle en su vientre. Desde los comienzos del cristianismo, ella ha sido bendecida por los creyentes. Es también madre nuestra, porque su Hijo nos la dio en el momento de su muerte terrenal. Y a Él es más fácil llegar a través de esta madre que siempre está dispuesta a echarnos una mano para ser mejores. Honrarla a ella es honrar a Cristo.

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Evangelio del día

Mateo 17, 10-13

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