Ante todo, lo que debemos practicar con cualquier persona es el respeto y la caridad. Puede que, en ocasiones, no estemos de acuerdo con lo que algunos hacen o dicen. Si consideramos que debemos corregirlos, nunca juzgarlos, hagámoslo desde el convencimiento profundo de que son seres dotados de razón que merecen ser tratados dignamente. Si sabemos actuar con humildad y no con soberbia, con cariño y no con rencor, dando ejemplo con nuestro comportamiento, podremos conseguir llegar a convencerles de sus errores.

Lucas 1, 5-25
En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo

