Hacer el bien es saludable, pero no lo es tanto si lo hacemos para que nos vean, lo reconozcan y nos estimen o nos alaben. La recompensa cristiana está en que no sepa nuestra mano derecha lo que de bueno hace la izquierda. Que cuando hagamos el bien a los demás, ni siquiera ellos se enteren de nuestras buenas obras, para que no nos las atribuyan a nosotros.

Juan 5, 31-47
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio