Somos tentados de mil maneras para que nos apartemos de la senda correcta, que es la que nos lleva a Dios. Únicamente cuando damos nuestro consentimiento para desviarnos del buen camino, obramos de manera culpable. Para volver a la ruta de la que nunca tendríamos que desviarnos, no hay otro modo que no sea el suplicar la misericordia de nuestro Padre, que siempre nos concederá el perdón.
Marcos 7, 1-13
En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras,