Para ser mejores personas y para poder ayudar cristianamente a los demás, necesitamos la fuerza que solamente procede de Dios. Nosotros somos poca cosa, estamos llenos de defectos y nuestra debilidad es muy grande. Si asumimos esta realidad, lo correcto es acudir humildemente al Señor a pedirle que nos eche una mano. Porque solamente Él lo hará. Nunca seremos defraudados, si ponemos nuestro corazón en sus manos y le encomendamos nuestros proyectos para que Él los dirija. Nos lo ha prometido y nunca defrauda a los que a Él se acercan.

Lucas 21, 12-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárceles, y haciéndoos comparecer ante