Hacer amigos por intereses personales, del tipo que sean, tiene poco valor. Es fácil que cuando ya no nos interesen o ellos consideren que sobramos en sus vidas, la amistad se extinga por completo o quede relegada a casi nada. Pero si ponemos a Dios en medio de nuestras relaciones amistosas, con toda seguridad haremos amigos de verdad. Ellos serán los que siempre estarán a nuestro lado cuando los necesitemos. Con ellos podremos compartir nuestras penas y nuestras alegrías.
Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El