A menudo se nos llena la boca diciendo que amamos a Dios y a los hermanos para auto convencernos a nosotros mismos de que estamos en el buen camino y que hacemos lo correcto. Pero la realidad es que el amor verdadero no se basa en las palabras ni en las intenciones, sino en los hechos. Y amar de verdad es renunciar a las propias apetencias y a todos los egoísmos. Porque solamente puedo amar de verdad si soy capaz de renunciar a mí mismo para que el ser amado sea feliz, si no busco mis complacencias, sino la felicidad del otro. Como Dios quiere que le amemos en los demás.

Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó