A Dios debemos alabarle siempre. Con nuestros actos, en los que queremos demostrar nuestro amor hacia Él, y por eso intentamos realizarlos respetando sus enseñanzas. Pero también hemos de alabarle con nuestros labios, pronunciando sus plegarias de agradecimiento o de petición. Con expresiones que salgan de lo más hondo de nuestros corazones. Y si nuestras palabras van acompañas de las notas musicales, aunque no seamos buenos cantores, seguro que tendrán doble fuerza. Cantar oraciones al Señor es siempre hermoso.

Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado