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El primero y más imperioso [defecto] de todos es el orgullo y su nutrido cortejo: vanidad, amor propio, etc., excesiva propensión a hablar del bien que yo hago - San Eugenio de Mazenod

Nos vendría bien reconocernos cómo somos en realidad. Sin falsas vestimentas. Y sin miedo. Para ser mejores personas, primero debemos abrirnos interiormente. No tengamos miedo a descubrir qué defectos tenemos. Casi seguro que encontraremos infinidad de hechos y dichos, incluso pensamientos, en los que prevalecen el orgullo, la vanidad, el soy mejor que los demás. Seamos valientes y demos el paso. Admitamos lo que somos. Y empecemos a cambiar para mejorar.

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Evangelio del día

Juan 18, 1-19, 42

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¿A quién buscáis? A Jesús, el Nazareno Cronista: En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un

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