María, nuestra Madre, lo es todo para los que nos consideramos hijos suyos. Por eso nos sentimos alegres cuando la alabamos y bendecimos. Pronunciar su nombre nos llega de inmensa paz. Si la llevamos siempre con nosotros, seremos los más dichosos. Ella nos guiará siempre por el buen camino, el que nos conduce a su Hijo y hermano nuestro, Jesús.
Mateo 10, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «ld y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos,