Acercarnos a Dios desde la sencillez de nuestra pequeñez, reconociendo nuestras miserias con toda humildad, es la mejor manera de que Él se nos muestre benigno y misericordioso. Es Padre que conoce a sus hijos mejor que éstos se conocen a sí mismos, por lo que intentar mostrarnos ante Él engreídos y perfectos es el mayor de los errores que podemos cometer. Que nuestra plegaria sea siempre postrarnos tal cual somos, pecadores cargados de defectos que suplican misericordia.
Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que