Por mucho que amemos, nunca llegaremos a igualar el amor que Dios nos tiene a cada uno de nosotros. Porque Él nos ama incluso más que lo que podamos amarnos a nosotros mismos. Quiere que seamos felices haciendo el bien. Para que compartamos su gloria una vez hayamos cumplido nuestra misión aquí en la tierra. Nos ama hasta el punto de que nos ofrece su perdón siempre que somos infieles.
Juan 20, 1-9
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.