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Dios golpea sin cesar las puertas de nuestro corazón. Siempre está deseoso de entrar. Si no penetra, la culpa es nuestra - San Ambrosio de Milán

A menudo no queremos oír las llamadas insistentes que Dios nos hace. O porque estamos rodeados de ruidos egoístas y mundanos. O porque nos entra miedo a abrirle nuestro corazón. Si tuviéramos la valentía de escucharle, descubriríamos que con Él todo nos irá mejor. Que seríamos mucho más felices. Porque con Él dentro de nosotros, todo es diferente. Mucho más hermoso y placentero.

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