Si realmente sentimos que somos creyentes, estamos obligados a hacer partícipes de nuestra fe a los demás. No debo apropiarme de Cristo, quedándonoslo únicamente para nosotros, sino que hemos de compartirlo con los demás, para que su mensaje nos enriquezca a todos y así hagamos realidad su reino entre los hombres. Y para que los otros puedan disfrutar también de la gracia que se nos da gratuitamente.
Juan 14, 6-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da